La empatía, según la definición de la RAE (Real Academia de la Lengua Española), es la: “Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”. Es posible que hayamos escuchado que significa ponerse en los zapatos del otro; sin embargo, quisiera profundizar un poco sobre esta última frase, los tipos de empatía, sus beneficios y cómo podemos practicarla.
El primer tipo de empatía, es la cognitiva. Esta implica una comprensión únicamente intelectual de lo que al otro le sucede. Podemos mirar desde esa perspectiva, pero sin involucrarnos. Desde mi punto de vista, si bien es una empatía limitada, porque somos seres en esencia emocionales y no podemos intentar comprender a otros si no conectamos de alguna forma con ello, me parece un buen acercamiento, sobre todo en situaciones en que la objetividad o la necesidad de generar soluciones prácticas es relevante. Luego, tenemos el distrés personal o el desgaste por empatía, que se da cuando sufrimos o nos alegramos, por ejemplo, con la otra persona, vivenciando su emoción. Creo que es la que más se aleja del verdadero sentido de la empatía, porque nos aleja del intelecto, solo sirve para dar palmaditas en la espalda y, muchas veces, eso no es de gran ayuda para el otro. Por último, la preocupación empática, que involucra esa conexión emocional, pero no al límite de paralizar la acción de empatizar, en la que buscamos genuinamente comprender las emociones y perspectivas de otro, sin pretensiones.

A una persona empática se le puede reconocer por algunas características. Por ejemplo, es atenta; es tolerante, respeta ante todo las emociones y pensamientos del otro, aunque no concuerde; mira al otro, manteniendo contacto visual; es intuitiva, observadora, lee el lenguaje no verbal, prestando atención a los detalles; escucha; y tiende a buscar profundizar en lo que la otra persona expresa, en una genuina necesidad de comprenderlo.
Ahora, la empatía, si bien puede ser una habilidad innata, la mayoría de las veces es una cualidad que se desarrolla. Todos podemos ser empáticos. Y existen algunos consejos para lograrlo. Practicar la escucha activa es una de las claves; esto implica escuchar para comprender y no para responder. Validar las emociones del otro, porque las personas no queremos que se nos juzgue o se minimice lo que estamos sintiendo. Leer las señales no verbales que la persona está entregando, lo cual significa observar, aunque, de nuevo, sin prejuicios. Por último, se hace necesario el poder indagar, siempre que la persona lo permita, acerca de lo planteado, sobre todo si te están pidiendo un consejo. Existen también técnicas sencillas, como parafrasear, resumir, hacer preguntas abiertas y específicas, entre otras.

Aprendamos todos a ser más empáticos, porque, a fin de cuentas, detrás de ese ser humano que tenemos enfrente nuestro, existen una serie de vivencias y factores que no nos corresponde enjuiciar y que, aunque lo intentemos, jamás podremos entender a cabalidad. Ser empático también significa entender las propias limitaciones frente a una situación ajena.
Referencias
Equipo Editorial Sanarai (26 de junio, 2023). Qué es la empatía: definición, importancia y cómo desarrollarla. Obtenido de https://www.sanarai.com/blog/que-es-la-empatia-definicion-importancia-y-como-desarrollarla
RAE (consultado el 19 de septiembre, 2023). Empatía. Obtenido de https://dle.rae.es/empat%C3%ADa